Tuesday, December 12, 2006
El trabajo bien hecho. Una oferta ruinosa.
El caso trata de un trabajo mal presupuestado a causa de un error y que va a producir prejuicios a una empresa. Al intentar arreglar esa situación, en la empresa realizan un puente con unas condiciones de seguridad muy justas y cambiando el proyecto que habían pactado con el cliente. Es un trabajo mal hecho y por tanto éticamente ilícito.
Publicado en “Temes d'Avui” nº 3, I.1998.
Autores: Doménec Melé, Profesor de Ética Empresarial del
IESE y Jaume Armengou, Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos.
Caso a estudiar
Deck & Bridge, Ltd. (D&B) consiguió el encargo de ejecutar una estructura de hormigón y acero para las obras de la Variante de una carretera nacional. Esta estructura -un puente- era la parte más significativa de la obra adjudicada a Obras Graus, S.A., una de las principales constructoras del país. No era la primera vez que Obras Graus subcontrataba a D&B, que era una empresa consolidada, con gran experiencia en prefabricados de hormigón para obra y edificación, y con una facturación anual de 2.000 millones de pesetas.
Pero esta vez las cosas fueron diferentes de lo habitual porque D&B aplicó una nueva patente, de tal manera que no se podían estimar los costes para llevar a cabo el encargo, basándose en experiencias anteriores. La oferta se habría de cuantificar a partir de las dimensiones y de los precios unitarios del nuevo diseño ... al menos, así pensaba el gerente de D&B. La realidad fue que el director comercial de D&B, un arquitecto técnico (aparejador), encargado de redactar las ofertas a partir de las dimensiones de este proyecto, va a eludir el mucho trabajo y el engorro que implicaba el cálculo económico de la ejecución del puente. En lugar de esto aplicó tablas de precios de diseños semejantes, pero no equiparables. Inmediatamente presentó el proyecto con la correspondiente oferta.
Después de no mucho tiempo se empezó a hacer efectivo el encargo y a comenzar el proceso de ejecución: compra de los materiales básicos, encargo de moldes, subcontratación de los sistema de montaje, etc ... En este momento se hizo evidente la ligereza con la que se habían estimado los costes: mientras que la ejecución material del encargo era de unos 420 millones de pesetas, la oferta se había fijado y cerrado con el cliente Obras Graus, S. A. en 340 millones. D&B cobraría 340 millones por un trabajo que, de hacerlo, le supondría un gasto de 420 millones. Cabe añadir también que, en el caso de calcular correctamente el verdadero valor de la obra, muy probablemente, D&B habría perdido la consecución del proyecto, a causa de la fuerte competencia que hay ahora en este mercado.
El proyecto de la estructura mostraba las dos versiones calculadas, pero, para dar seguridad a los usuarios de la carretera y limitar imprevistos -más todavía teniendo en cuenta que tenía un diseño totalmente innovador-, se había aplicado al diseño final la versión más conservadora y, lógicamente, más cara. El proyecto sólo puede definir una solución. Lo que pasaba en este caso es que el contratista estaba tratando de conseguir que se aceptase la otra versión del puente -la barata- como proyecto modificado (y esto por diferentes motivos, aunque el auténtico es el precio). El documento que recogía todo esto estaba aceptado y recibido por Obras Graus, S.A. y por la Administración del Estado, propietaria de la carretera.
Viendo todo esto, el director comercial de D&B tomó la decisión de modificar el diseño, haciendo servir el cálculo más barato sin comunicarlo al cliente ni a la Administración. De esta manera el coste sería nada más que de 302 millones: así todavía les quedaría un margen comercial aceptable.
Pasados cuatro años, durante unas lluvias no muy intensas pero sí continuas, aquel puente empezó a mostrar síntomas de estar trabajando fuera de las condiciones esperadas. Era también conocido por todos los implicados que el constructor, con tal de no incumplir términos, había realizado la cimentación de la obra de la estructura, sin respetar todas las prescripciones anejas al diseño. A pesar de todo, el diseño seguro -aquel que se había contratado-, habría absorbido todos estos imprevistos.
A la vista de todos estos sucesos, los técnicos de D&B piensan que a pesar de que toda la estructura está trabajando malamente, no se encontraba cerca de la situación de hundimiento. Esta expresión quiere decir que el coeficiente de seguridad del puente frente a las acciones exteriores es insuficiente. En el caso de que actuasen a la vez todas las sobrecargas previstas (viento, nieve, puente cargado sólo por camiones muy pesados, acciones extraordinarias como terremotos, inundaciones, etc ...) el puente se caería. El umbral mínimo de seguridad de una obra está regulado por normativa, en este caso la norma de acciones a considerar para el proyecto de puentes de carretera. no se pueden tolerar coeficientes de seguridad inferiores a los indicados en la normativa aunque la posibilidad de que el puente se caiga sea pequeña.
De igual manera no es posible asegurar, sin ensayos, muy caros, que la situación de esfuerzo del puente esté lejos del colapso total. El colapso total sería la situación en la que no es posible garantizar que el puente no ha llegado a un estado límite último de agotamiento o estado límite de servicio. No hace falta decir que si tuviera lugar el mencionado colapso total de esta estructura podrían producirse importantes desgracias personales.
Comentario del caso
El director comercial de D&B ha tomado dos decisones erróneas. La primera, eludir el trabajo engorroso de realizar un cálculo económico bien hecho. Está claro que cuando hay experiencia (el puente que se va a realizar es como otro anterior ya realizado) se pueden aplicar precios de diseños semejantes y evitarse un cálculo tan costoso. Pero este no era el caso. Se trataba de una nueva patente y, como bien asumía el gerente, se debía partir de las dimensiones y de los precios unitarios. Hacía falta elaborar nuevos cálculos en función de los nuevos materiales y precios del nuevo diseño. No lo hizo y eso le llevó a cometer un gran error de estimación. Lo que costaba 420 millones lo ha ofertado en 340. Ha sido una decisión imprudente, tanto por no poner suficiente atención en considerar lo que hacía falta hacer, como por no valorar las consecuencias de la decisión.
Esto es, sin duda, un trabajo mal hecho, que es moralmente ilícito, como explica el Catecismo de la Iglesia . (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2409. “Son también moralmente ilícitos (...) los trabajos mal hechos (...).
¿Por qué lo hizo? Tal vez por falta de tiempo para presentar el proyecto. Pero eso no le excusaría de su responsabilidad. Menos aún si lo hizo por comodidad. Tampoco parece que pueda haber impericia inculpable siendo como es titular en arquitectura técnica (aparejador).
Al comenzar a ejecutar el encargo y darse cuenta de su error, el director comercial tomó otra decisión. Utilizar la versión de cálculo más barata pero también más insegura. De esta manera ya no tienen pérdidas, sino que, además, les queda un margen comercial de aproximadamente un 11%. Ciertamente no es eso lo que se había acordado. La empresa D&B presentó los dos modos de cálculo del puente -también el más barato- pero aplicó al diseño final, que se recoge en el proyecto, el cálculo más conservador.
El contratista intentaba que la propiedad (Administración) aprobara una solución más económica y modificara el proyecto. Si hechos los cambios todo se hubiera quedado en que el puente funcionaba bien y no serían perjudicados otros aspectos como el estético (que aunque parezca poco importante, en general, es uno de los más valorados socialmente, no habría problemas). Lo que pasa es que parece que en este caso la modificación que se propone es inaceptable. En cualquier caso un proyecto nunca se puede modificar sin la autorización de la propiedad (Administración). Y esto es lo que se aprobó. En esta decisión hay un incumplimiento de contrato con fraude. El director comercial ha actuado malamente, ya que “las promesas deben ser cumplidas y los contratos rigurosamente observados en la medida en que el compromiso adquirido es moralmente justo“ . (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2410). Podría discutirse si el error cometido haría injusto el contrato, pero el precio y las condiciones son aquellas que se han acordado de buena fe per ambas partes y que están vigentes mientras no se plantee una revisión. Con gran probabilidad hay también competencia desleal (con este diseño otros competidores podrían presentar ofertas más económicas) y riesgo de inseguridad ante posibles daños físicos de personas. A todo esto cabe añadir que esta decisión ha puesto en peligro la reputación ética de su empresa y puede ser la pérdida de futuros contratos.
¿Qué podía haber hecho para arreglar su error? Hablar con el constructor, explicándole el problema y apelando a su buena fe, pidiéndole la anulación del contrato. En caso de no conseguirlo, se podría intentar la anulación por vía legal. Esto es lo que está contemplado por la legislación de contratos del Estado. O también, sencillamente, se podrían soportar las consecuencias de haber sido imprudente, cumpliendo aquello que se había estipulado (aunque pierdan dinero) y con la intención de no perder un cliente tan importante.
Es claro que actuar así requiere mucha fortaleza. Nos podemos imaginar la reacción del gerente cuando sepa que su director comercial ha ofertado una obra 80 millones por debajo del precio de coste. Le puede costar el puesto de trabajo, pero ha de ser valiente y asumir su propia negligencia. Realmente no lo ha hecho con mala intención. Es un ejemplo de cómo muchas veces se complican las cosas, y si no se tiene la firmeza para hacer lo que hay que hacer, una actuación dolosa lleva a actuar de una manera todavía peor.
Pero la responsabilidad no acaba en el director comercial. ¿Cómo es posible que se aplique un cálculo no conveniente y nadie dice nada en esa empresa? Aquí hay negligencia también por parte del gerente de D&B, que es el responsable último de la oferta. Tenía que haberla supervisado. Y con más razón, teniendo en cuenta que se trata de una oferta que representa un porcentaje muy elevado de la facturación total de su empresa.
También hay negligencia por parte de la dirección técnica de Obras Graus S.A. y de los funcionarios de la Administración del Estado, encargados de la supervisión.
Por otro lado, Obras Graus S.A. también ha faltado al no cumplir las prescripciones anejas al diseño que, sumadas al defectuoso diseño de D&B, tiene como consecuencia que la estructura del puente trabaje fuera de las condiciones esperadas.
D&B tiene la obligación de restituir de una manera adecuada. Además, delante de la situación creada y con la evidencia de un gran peligro, cabe que Obras Graus, S.A. haga lo que sea necesario para evitar el riesgo de colapso total, y D&B aporte una parte proporcionada para las pruebas de resistencia del puente, o si es necesario, para el correspondiente refuerzo del puente.
Teniendo en cuenta que Obras Graus, S.A. obró también con negligencia, es justo que asuma la parte de la responsabilidad que le corresponde, y en concreto, aquella que tendrá de evitar posibles daños personales y satisfacer las justas exigencias de la Administración pública. Parece razonable que la distribución de las responsabilidades, las reparaciones, etc ... sea tratada por las dos empresas, y también el reparto del dinero sobrante que se ha ganado al hacer el proyecto más barato.
CREO QUE ES NECESARIO HACER UNA PUNTUALIZACIÓN SOBRE LA SUBCONTRATACIÓN DE OBRAS A TERCEROS POR PARTE DEL CONTRATISTA PRINCIPAL:
- EL SUBCONTRATO ES UN CONTRATO PRIVADO ENTRE LAS PARTES INTERVINIENTES POR EL QUE EL ADJUDICATARIO CONVIENE CON UN TERCERO QUE REALICE DETERMINADAS UNIDADES DE OBRA.
- EL SUBCONTRATISTA ESTÁ OBLIGADO ÚNICAMENTE FRENTE AL CONTRATISTA PRINCIPAL DE LA OBRA. EL RESPONSABLE ÚNICO FRENTE A LA ADMINISTRACIÓN ES EL CONTRATISTA PRINCIPAL, EN ESTE CASO GRAUS, S.A.
- EN UNA OBRA NO SE PUEDE SUBCONTRATAR MÁS DEL 50% DE LA MISMA
Se han cambiado los nombres y otros datos no sustanciales con el fin y el efecto de mantener el anonimato.
Nota aclaratoria:
Wednesday, December 06, 2006
ESCOLÁ-MURILLO, Ética para ingenieros
ESCOLÁ, Rafael
MURILLO, José Ignacio
Ética para ingenieros
Editorial EUNSA,
Col. Libros de Ingeniería
(Pamplona 2000)
302 págs.
(en la contraportada)
¿Tiene algo que ver la ética con la técnica? ¿Es posible ser un buen ingeniero sin tener en cuenta la dimensión humana del propio trabajo? Resolver éstas y otras preguntas, rebosantes de aplicaciones prácticas, parece ineludible para que los ingenieros alcancen una formación completa, que les permita aspirar a la excelencia dentro de su profesión.
Intenta ser una introducción a las cuestiones éticas que presenta el ejercicio de su trabajo. En él se aúna la experiencia profesional con la reflexión filosófica para ofrecer criterio que ayuden a estos profesionales a humanizar su trabajo y a convertirlo en cauce de crecimiento personal propio y de los demás.
Los autores.
Rafael Escolá Gil (1919-1995). Doctor Ingeniero Industrial. Comienza su trayectoria profesional en una empresa constructora, de la que se despide siendo gerente, para dedicarse a la consultoría a través de la firma IDOM, que funda en 1957 y que preside durante 22 años. Primer Presidente de la Asociación Española de Consultores de Ingeniería, fundada por él. También se ha dedicado a la docencia en las Escuelas de Ingenieros Industriales de Bilbao y de San Sebastián. Editó cinco libros sobre diversos aspectos de la Ingeniería y cincuenta monografías para revistas técnicas, congresos y seminarios, además de haber pronunciado numerosas conferencias en distintas universidades.
José Ignacio Murillo Gómez (1967). Doctor en Filosofía. Ha cultivado diversos campos, entre ellos la ética y la filosofía de la ciencia y de la tecnología. Es profesor de Ética en la Escuela de Ingenieros Industriales de la Universidad de Navarra. Entre sus últimos libros se encuentra Operación, hábito y reflexión (1998) y El valor revelador de la muerte (1999).
Tuesday, December 05, 2006
Se trata de tu futuro cuñado
El responsable de la selección de los candidatos para nuevos puestos de trabajo en una gran empresa automovilística recibe diversas recomendaciones para que recomiende a algunos candidatos. Quiere seleccionar a las personas más competentes, pero las presiones que recibe -hasta de su propia familia- le hacen vacilar. Se plantea qué debe hacer para poder superarlas y actuar con justicia.
Publicado en
“Temes d'Avui” nº 1, (Barcelona, 1997).Autor: Doménec Melé, Profesor de Ética de la empresa en el IESE
Caso a estudiar
Josep Serra se había propuesto actuar siempre con honestidad profesional, pero aquella situación en la que se encontraba era muy fuerte. A pesar de su juventud -poco más de 30 años- su trabajo como psicólogo en el departamento de personal de una importante empresa de automóviles era reconocido por todos. La tarea que tenía encomendada era la selección de las personas más idóneas en cada caso. Sus aciertos profesionales eran evidentes.
A pesar de esas cualidades y buenas intenciones tenía que sufrir presiones insostenibles. En una ocasión fue un antiguo compañero de la Universidad que le fue a hablar para que un primo suyo fuera seleccionado. Josep le contestó que estudiaría con cuidado aquella solicitud, como hacía con las de todos, pero que recomendaría al que considerara más competente. Tiempo después fue el jefe de la Oficia Técnica de su misma empresa que le expresó su interés por un sobrino suyo. Josep solía comer con él en el comedor de la empresa y tenían cierta amistad. La respuesta de Josep fue semejante a la del caso anterior: tendría en cuenta las cualidades de ese sobrino, pero como siempre sería equitativo.
Finalmente, su misma prometida Ana María, con la que se iba a casar en pocos meses, se dirigió a él para interceder por un hermano suyo:
-Mira Josep: tú sabes que no es dificultoso para los licenciados en Económicas de encontrar trabajo. David, tu futuro cuñado, lleva ya un año buscando trabajo y no encuentra nada. Está muy desanimado. A este paso no podrá casarse nunca. ¡Si tú pudieses hacer alguna cosa!
He oído decir que se convocarán algunas plazas de licenciados para el departamento de contabilidad y finanzas -respondió Josep. Y añadió: Conseguiré un impreso de la convocatoria tan pronto como salga. De todas maneras sospecho que habrá muchas solicitudes.
David fue a presentar su solicitud y fue preseleccionado para las pruebas psicotécnicas. Toda la familia de Ana María estaba pendiente de los resultados. Josep, que tenía a su cargo dirigir y corregir estas pruebas, le hizo saber a su prometida que los resultados de David no eran buenos en comparación con los que habían conseguido otros candidatos.
-Entonces deberías hacer lo que sea para que entre.
-Estaría encantado de la vida que le admitiesen pero lo veo imposible. Las pruebas psicotécnicas no son definitivas, pero suponen una selección preliminar y, con estos resultados, David se quedará fuera del proceso de entrevistas que vendrá a continuación.
-¿Y no podrías cambiar los papeles de examen?
-¡Pero eso es un fraude!
-¿Te lo pido, por favor! Lo necesita tanto!
-Ana María, tú me conoces y sabes que siempre he procurado ser justo.
-¡Hazlo al menos por una vez! Se trata de tu futuro cuñado. Además, de los otros candidatos ¿no entrarán algunos por amistades? Has de hacerlo ... ¿o es que ya no me quieres ...?
Comentario
Josep tiene toda la razón. Lo que ella le propone es un fraude; es decir, una acción contraria a la verdad y a la rectitud para procurarse una ventaja en detrimento de alguno. Acceder a lo que le pide su prometida sería una injusta discriminación de otro candidato, un acto de favoritismo.
La Sagrada Escritura reprueba en diversos lugares lo que denomina “acepción de personas”, que no es otra cosa que lo que actualmente llamamos la injusta discriminación. Se aplica, sobre todo, a la administración de justicia y a la distribución de cargas, aunque su significado es más amplio. Así en el Levítico se puede leer: “No cometas injusticia en un juicio” . El Deuteronomio advierte: “No falsifiquéis el derecho, no harás acepción de personas (...) Seguid estrictamente la justicia” . El Apóstol Santiago afirma con contundencia: “Si tenéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos de transgresión por la Ley” .
En el Catecismo de la Iglesia Católica se recuerda que “toda forma de tomar o retener injustamente el bien ajeno (...) es contraria al séptimo mandamiento” . En relación a esta norma genérica, se añade que hay que considerar como moralmente ilícita, “la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho” . Y éste es precisamente el caso de Josep. Sus informes serían falsos y viciarían las decisiones posteriores.
Más todavía. Si Josep acepta la petición de su prometida sería desleal a la empresa que le ha confiado la responsabilidad de seleccionar los candidatos más idóneos. De esta manera no cumpliría una obligación contractual, al menos implícita, inherente a la obligación de su puesto. Si finalmente David llega a ocupar el puesto de trabajo en detrimento de otro candidato más competente, no solamente perjudicaría al que fue excluido, sino también a la empresa, privándole de un trabajador más competente.
Por otro lado, es posible que en las entrevistas posteriores se produzca alguna sospecha sobre la fiabilidad de las pruebas psicotécnicas. Si Josep fuera descubierto podrían echarlo de la empresa por abuso de buena fe contractual. No es difícil intuir los prejuicios que se seguirían para su futuro profesional y para la familia que está a punto de crear. Sin llegar tan lejos, si los que han presenciado la selección o no han sido víctimas de su manipulación, tienen sospechas bien fundadas de lo que ha pasado, Josep sería motivo de escándalo y contribuiría a extender la corrupción en la sociedad.
El caso plantea también otras cuestiones. En concreto, ¿quién debe hacer las pruebas en una situación así? ¿Actúa correctamente Josep cuando acepta corregir las pruebas sabiendo que uno de los candidatos es su futuro cuñado? Esto es lo que algunos autores denominan CONFLICTO DE INTERESES. Josep tiene interés en seleccionar al candidato más idóneo y, a la vez, por razones de amistad o parentesco, tiene interés en que su cuñado sea admitido.
Que un agente actúe habiendo conflictos de intereses, no siempre es malo, pero a veces sí. Tal cosa sucede cuando hay un fuerte riesgo de no ser imparcial. La posibilidad de ser injusto en este caso dependería de varios factores: sería más fuerte según como fue la inclinación de Josep de favorecer a David, de las presiones previsibles por parte de Ana María y su familia, y también hay que tener en cuenta las virtudes y la honradez de Josep, al menos hasta esta situación. Hasta ahora ha demostrado una gran firmeza: pero, conociendo la situación, habría sido más prudente pedir que fuera sustituido por un compañero en este proceso de selección (en una empresa de este tipo seguramente habrá otro que pueda hacerlo), o si no lo hay, advertir a sus superiores lo que hace al caso.
Esta actuación también es conveniente por otro motivo. La relación que hay entre David y Josep, con el tiempo, puede saberse y eso no sería nada bueno para la reputación de Josep. Con el fin de evitarse futuros problemas, previamente a realizar esa selección, Josep podría hacer saber esta circunstancia a quien proceda, pidiendo que fuera otro el que hiciera las pruebas. Es interesante recordar aquí el proverbio clásico: “la mujer del Cesar no solamente debe ser honrada, sino que debe parecerlo”. En esto, Josep no ha actuado bien.
También ha fallado en otro asunto, que es comunicar los resultados a su prometida antes de tiempo. Por dos motivos: porque se trata de información confidencial y por precipitación. Si se hubiera parado a pensar un poco cómo iba a reaccionar Ana María, no se encontraría ahora en ese dilema que ella le plantea.
En relación a este dilema, hay que decir que la disyuntiva -amor o justicia- es una falacia. El amor que reclama Ana María no es un amor verdadero, sino expresión de un interés egoísta, aunque sea comprensible. El amor verdadero quiere aquello que es bueno para la persona que estima. Si Josep actúa tal como le pide su prometida por la presión que ella le realiza, ella demostrará que no le quiere porque no le ayuda a ser mejor persona, antes al contrario. Cometerá un acto injusto, que le degradará en su humanidad, y, como todo pecado, le apartará de Dios.
Se puede descubrir en la argumentación de Ana María una fuerte carga emocional, que, al menos esta vez, le hace perder el punto de vista. El caso no nos dice cómo es la novia, pero siendo la prometida de Josep, que es una persona honrada, es fácil que ella también lo sea. ¿Si a ella se le ocurriera pedir a Josep que robara un anillo de oro con diamantes, y él no lo hace, le dirá que no le quiere? Seguramente que no. Aquí no se trata de una cosa para ella sino para su hermano, que parece que está angustiado. Probablemente es esto lo que le lleva a ella a hacer un mal razonamiento como el que le hace a su prometido. Tanto en el caso de robar un anillo de oro como en el de falsificar los exámenes de nuestro caso, los medios son dolosos, ilegales, aunque el fin sea loable.
Josep de ninguna manera debe consentir a la petición de su prometida. Además de lo que se ha dicho sería un mal aprendizaje para los dos. Este suceso lo debe aprovechar, viendo que es una buena oportunidad de ayudar a su novia a mejorar, haciéndole ver que lo que le pide es injusto, y si le quiere de veras, no le debe pedir que actúe malamente. Al mismo tiempo sería muy recomendable que Josep no se quede en la simple negativa que excluye a su cuñado de un puesto de trabajo, sino que le ofrezca su plena disposición a ayudarle a encontrar un nuevo trabajo, pero siempre de una manera digna.
Sunday, December 03, 2006
CAMINO, Eduardo, Ética de la especulación financiera
CAMINO, Eduardo
Ética de la especulación financiera
Unión editorial-AEDOS
2004
Objetivo:
El reto que el autor se plantea en estas páginas es analizar éticamente la especulación financiera (o bursátil), un tema altamente conflictivo y de perenne actualidad.
El punto de partida para afrontar dicha tarea no resulta muy alentador. De una parte, es obvio que este tipo de operaciones no gozan, hoy en día, de buena fama. Ser especulador no está “bien visto”. Valgan, como botón de muestra, algunas de las críticas más recientes: ¿es moralmente aceptable que una persona gane en un día o en unas horas lo equivalente a la deuda externa de un país subdesarrollado?; ¿es lícito que la seguridad económica de una entera nación pueda llegar a resquebrajarse por las “maniobras” de unos pocos especuladores?; ¿alargan este tipo de operaciones la distancia entre los países ricos y los pobres?; ¿atentan contra la economía productiva?; etc. Y, por otra parte, tampoco existe un acuerdo unánime sobre qué significa especular. Existe, más bien, una idea general y vaga que, cada uno de los más diversos y variados sujetos sociales -el público en general, los mass media, los economistas en particular, etc.-, aplican según las circunstancias o el contexto concreto de su discurso.
Sin embargo, y pese a este arranque nada prometedor, valía la pena intentarlo. No olvidemos que la especulación no es una operación financiera entre otras sino, en cierto sentido, una actividad que reside en el núcleo mismo de las finanzas: sin especulación no habría Bolsa o, como muestran estas páginas, el desarrollo de los mercados financieros pasa inevitablemente por la exacerbación de este tipo de operaciones.
Sinopsis:
Para el autor el “problema” ético de la especulación se puede reconducir a los siguientes tres puntos.
El primero se refiere al concepto: ¿qué es realmente especular? Sin una idea exacta del término resulta inútil afrontar, con una mínima esperanza de éxito, tal juicio. Por eso los dos primeros capítulos del libro están dedicados a diferenciar la especulación de todas aquellas figuras y operaciones con las que alguna vez se ha visto ligada o identificada como, por ejemplo, la inversión, el arbitraje, la cobertura de riesgos, los diversos tipos de manipulaciones o maniobras y la figura del insider trading -uso de información privilegiada-.
El segundo gran obstáculo lo constituyen los posibles efectos (positivos y negativos) de estas operaciones. ¿Qué efectos produce la especulación? Por sus características propias y por el tipo de mercado en el que tiene lugar -globalizado-, no resulta sencillo individuarlos y analizarlos. Como veremos, entre los propios economistas no hay unanimidad de pareceres (idea ésta que, por otra parte, refleja el caos terminológico al que acabamos de referirnos).
Y, el tercer obstáculo, es la propia ética. Al abrir y estudiar los diversos manuales de Business Ethics, libros de ética económica, de ética de la empresa, etc., nos topamos con una abundante “oferta de posturas éticas”, de ahí la pregunta: ¿qué perspectiva ética emplear? A la hora de “optar” por una u otra -aunque la lectura de estas páginas demostrará que no estamos propiamente ante una opción- debemos fundamentar y explicar por qué aquí hemos empleado una ética de virtudes. Simplemente mencionar ahora que, bajo esta perspectiva, el problema de la especulación no quedará planteado en términos de ¿puedo o no puedo especular? y, si puedo, ¿bajo qué condiciones?; sino dentro de un enfoque más amplio: la especulación es aquí considerada parte de un auténtico trabajo profesional y, éste, como una actividad básica en la vida de cualquier hombre.
Bibliografía:
De la numerosa bibliografía empleada, más de 250 fuentes -muchas de ellas en lengua inglesa- me permito destacar un breve pero interesante estudio: A. de Salins y F. Villeroy de Galhau, El desarrollo de las modernas actividades financieras a la luz de las exigencias éticas del cristianismo. Si bien han pasado ya ocho años desde su publicación, por su claridad y precisión estas líneas siguen constituyendo un excelente punto de referencia para iniciar cualquier reflexión ética sobre el tema. Estos mismos autores afirman que, si bien durante años la Iglesia “se ha pronunciado constantemente y de una forma condenatoria” sobre este argumento, actualmente están apareciendo algunos intentos de profundización “que tienden a matizar esta condena”. Y, este libro, bien pueden considerarse uno de estos intentos si bien, para ello, hay que entender correctamente el sentido del n. 2409 del Catecismo de la Iglesia Católica, cuando prohíbe “elevar los precios especulando con la ignorancia o necesidad ajenas” o aquella especulación “mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento”.
Eduardo Camino es sacerdote, Doctor en Teología y Licenciado en Derecho. Durante cinco años fue profesor de Moral en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma). Antes de su dedicación a la docencia trabajó en la Bolsa de Valores para un conocido merchant bank. Junto a varios artículos en el ámbito de la ética financiera ha publicado Dios y los ricos (Rialp 2000), traducido al italiano y al inglés.
Saturday, December 02, 2006
¿Es posible humanizar la globalización?
El fenómeno de la globalización afecta al trabajo y a las relaciones de las personas en todo el mundo, tiene defensores y detractatores. En este caso práctico se trata de ver si tiene cosas que son positivas o no.
Caso a estudiar
Desde hacía pocos años el ingeniero Andrés Iparraguirre había oído hablar con frecuencia sobre la globalización, pero pensaba que era algo muy lejano y que no afectaba a su vida. Siguió con interés las informaciones sobre las protestas de los movimientos antiglobalización, Seattle y principalmente los sucesos de Génova con ocasión de la reunión del G-7. Ahora, después del verano de 2001, no piensa así: la empresa en la que trabaja, Indelectronserv está en venta desde hace 7 meses. Su empresa pertenece a una multinacional llamada TS (Testetronic Systems), con base en Houston (Texas). Sus directivos quieren desprenderse de ella y de momento no ha aparecido ningún comprador. Aunque existen posibilidades de que algunos grupos locales la compren, persiste la incertidumbre sobre el futuro de la empresa.
Aunque era ingeniero de telecomunicaciones desde hace cinco años, Andrés trabajaba desde hacía dos en Indelectronserv, un centro de fabricación que TS tenía en un pueblo de las cercanías de Madrid. Fabricaban componentes electrónicos que se utilizaban en redes telefónicas y en diversas industrias de telecomunicaciones.
En 1997, TS España decidió construir un nuevo edificio para Indelectronserv en esa sede de Madrid, invirtiendo para ello 4.500 millones de pesetas. Habían apostado por ese centro porque tenía buenas perspectivas de negocio. Trabajaban allí 475 personas. Sin embargo, no estaba todavía totalmente terminado el edificio, cuando el cambio en la situación mundial lo echó todo a rodar.
En febrero de 2001 ante la crisis del sector de las telecomunicaciones, TS anunció que se iba a desprender de la mayoría de sus centros de producción en el mundo (28), manteniendo en ellos una pequeña participación. Esta medida afectaba a 91.000 trabajadores, la mayoría altamente cualificados. Las pérdidas acumuladas hasta el momento por TS eran de 980 millones de dólares. Se iba a dedicar al núcleo del negocio, sólo a lo que producía grandes beneficios. En concreto, las centrales telefónicas e infraestructuras.
Se pregunta:
- ¿qué es la globalización?
- Sus peligros y ventajas.
- Humanizar la globalización.
- ¿qué decir del caso?
Comentario:
1. ¿qué es la globalización?
Es un fenómeno complejo en el que habría que distinguir al menos tres dimensiones: técnico-económica, sociopolítica y cultural. Con muchas consecuencias financieras, de gran movilidad de las personas, de colonización cultural, mezcla de civilizaciones. La globalización es desde hace unos años un fenómeno imparable, aparentemente irresistible e irreversible y que va a adquirir cada vez mayor relieve.
No es un hecho fatal porque es fruto de opciones libres: como todas las cosas humanas está cargada de promesas y oportunidades, pero también de serios peligros.
2. Sus ventajas y peligros.
La globalización no es intrínsecamente mala. No es justo achacarle la responsabilidad de todos los males presentes. Los males ya existían: quizá ahora se toma una conciencia global de ellos. Tampoco es un proceso fatal. Los procesos históricos y culturales dependen, en gran medida, de la libertad de los hombres. Y está también la providencia de Dios. Evidentemente existen grupos económicos y países que influyen muy poderosamente. Pero la globalización no parece un proceso que alguien sea capaz de controlar totalmente.
Aspectos positivos pueden ser: el incremento de la eficiencia y de la producción (el mercado se ha convertido en mundial), las intensas relaciones entre los países y las culturas, el fortalecimiento del proceso de unidad de los pueblos, las nuevas posibilidades para desplegar la solidaridad con los miembros menos favorecidos de la familia humana, los comienzos de una verdadera justicia internacional ante la que tengan que responder los propios jefes de estado, etc...
Aspectos negativos o peligros: la prepotencia de la economía sobre cualquier otro valor humano y que deja a las culturas sin alma; la lógica mercantilista que con su injusta competencia y su posición preponderante agranda el abismo entre ricos y pobres; los grandes poderes que tienden a configurar monopolios, anulan las soberanías nacionales, uniforman los modelos culturales. Juan Pablo II que es uno de los personajes que más ha hablado sobre la globalización, ha advertido del peligro de la uniformización de las culturas, la pérdida de diversidad cultural. Un imperialismo cultural que a menudo quiere imponer unos valores arbitrarios y materialistas, a favor de una mal entendida homogeneización y presentándolo como algo irreversible, como el fruto del progreso. “La humanidad no puede embarcarse en el proceso de la globalización sin un código ético común”. Debe discurrir dentro de unos criterios y debe estar fundado en la "lógica del espíritu" (eso es la moral), la ley moral universal inscrita en el corazón humano.
Otro de los grandes peligros y un grave efecto negativo que está produciendo la globalización es el desequilibrio económico entre países (que ya existía pero que lo agrava aún más) y el desequilibrio económico interno dentro de los países incluso desarrollados.
Zamagni lo ha expresado bien: “el juego de la globalización es un juego de suma positiva, o sea, un juego que aumenta la riqueza y la renta total, pero que al mismo tiempo tiende a aumentar las distancias sociales entre países e incluso en el interior de los países ricos. Dicho de otro modo, la globalización reduce las pobrezas absolutas, aunque aumenta las pobrezas relativas”. Según este autor la globalización ha hecho disminuir el número de pobres en sentido absoluto: habríamos pasado de 2.000 millones de pobres de hace 25 años a unos 1.200. Se trata evidentemente de una cifra trágica, que no obstante, es inferior a la que habríamos tenido sin la globalización. En cambio es cierto que la globalización aumenta las distancias y que es un problema inquietante (coloquio IESE 2001).
Juan Pablo II, denunciando la pobreza y la desigualdad económica entre países, pidiendo la abolición de la deuda externa de los países, como lo ha hecho especialmente el año 2000, denuncia este segundo desequilibrio que es más importante y que supone una colonización tecnológica y en definitiva cultural de unos países a otros y dentro de esos mismos países de una persona sobre otras.
Hace ya diez años, en la Centesimus annus, n. 32 u 33, escribía como en nuestro tiempo tiene una gran importancia otra forma de propiedad que es la propiedad del conocimiento, de la técnica y del saber. En este tipo de propiedad, mucho más que en los recursos naturales, se funda la riqueza de las Naciones industrializadas. Por eso, en unas sociedades en que la gran mayoría de los hombres “no tienen posibilidad de adquirir los conocimientos básicos, que les ayuden a expresar su creatividad y desarrollar sus capacidades. No consiguen entrar en la red de conocimientos y de intercomunicaciones que les permitiría ver apreciadas y utilizadas sus cualidades. Ellos, aunque no explotados propiamente, son marginados ampliamente y el desarrollo económico se realiza, por así decirlo, por encima de su alcance, limitando incluso los espacios ya reducidos de sus antiguas economías de subsistencia”. (...) “es más, para los pobres, a la falta de bienes materiales se ha añadido la de saber y de conocimientos, que les impide salir del estado de humillante dependencia”.
Esta situación se da también en los países desarrollados: “Con todo, aspectos típicos del Tercer Mundo se dan también en los países desarrollados, donde la transformación incesante de los modos de producción y de consumo devalúa ciertos conocimientos ya adquiridos y profesionalidades consolidadas, exigiendo un esfuerzo continuo de recalificación y de puesta al día. Los que no logran ir al compás de los tiempos pueden quedar fácilmente marginados, y junto con ellos, lo son también los ancianos, los jóvenes incapaces de inserirse en la vida social y, en general, las personas más débiles y el llamado Cuarto Mundo. La propia situación de la mujer en estas condiciones no es nada fácil”. Otro de los grandes peligros de la globalización económica es que el único criterio de funcionamiento es el criterio de competencia, el hombre considerado solamente como homo oeconomicus. Alguien a batir, un enemigo. La consideración de todo lo que es el hombre por solo lo que hace, su capacidad productiva, etc..
La ciencia de la economía no puede permanecer con las limitaciones que le impone su consideración como una ciencia técnica: una técnica que no tiene en cuenta a las personas. El hombre es un ser libre y social. Es por tanto incorrecto analizar uno de los aspectos de la vida humana, el económico, desde el punto de vista de una visión mecanicista del hombre. Para un punto de vista así la sociedad es un conjunto meramente accidental de individuos, no un conjunto de personas que comparten fines en común (Marcelo Paladino citando a Ricardo Crespo en coloquio IESE 2001).
(Juan Pablo II) “La economía no puede dictar los modelos y los ritmos del desarrollo y, si bien es un deber proveer a las necesidades materiales, nunca tienen que ser sofocados los valores del espíritu -añadió-. Lo verdadero debe prevalecer sobre lo útil, el bien sobre el bienestar, la libertad sobre las modas, la persona sobre la estructura”. (9 de abril 2001 ZENIT.org)
3. Humanizar la globalización.
A nivel ético el gran tema es HUMANIZAR LA GLOBALIZACIÓN, hacerla a la medida del hombre. “La globalización no es “a priori ni buena ni mala. Será lo que los hombres hagan con ella” (Juan Pablo II). Hay que colaborar en la orientación de la historia hacia un fin digno del hombre.
Manfred Spieker (coloquio IESE 2001) propone tres puntos a cuidar para hacer más humano este proceso de globalización en que nos encontramos.
El aseguramiento de la dignidad humana (respeto de los derechos humanos, tanto en el desarrollo económico y social como en los avances de la biomedicina, donde pueden estar los grandes abusos contra la dignidad humana)
El destino universal de los bienes. Lo que es válido en la economía nacional, tiene que ser válido en las relaciones entre países ricos y pobres. (Programas de desarrollo de zonas más retrasadas, erradicar el hambre y el analfabetismo mundial, etc ...).
La unidad de la humanidad. Ayudar mediante la solidariedad al desarrollo. Campañas muy interesantes que se pueden hacer, porque en el proceso de globalización la opinión pública va a ser cada vez más fuerte, va a obligar a los Estados en muchos momentos a cambiar sus políticas. Campañas como abolir la deuda de los países pobres, favorecer sus exportaciones, favorecer el libre movimiento de las personas, una tasa de solidariedad mundial en temas como la educación, obligar a las multinacionales de los países a cambiar su política en países pobres (es interesante la campaña contra esa marca deportiva que fabricaba sus productos con mano de obra compuesta por menores), aceptación o rechazo de las empresas o multinacionales por la proyección social que tienen en donde trabajan (no sólo en las repercusiones en la conservación de la naturaleza, sino en el desarrollo social y educativo del área donde se ubican), etc ...
4. ¿que se puede decir del caso?
Andrés es un hombre que probablemente no tendrá problemas para mantener su trabajo, o lo encontrará en otro sitio. Con esta crisis de su empresa se ha dado cuenta de que habita un mundo en que todo está interrelacionado, muy competitivo, en el que debe aprender siempre más si no quiere quedarse desfasado.
José Ramón Alzagaerandio
Nota aclaratoria:
Ninguno de los nombres de empresas, de personas o cualquier otro nombre que se mencionan en el estudio de este caso es real, al igual que las situaciones que se describen.